SENTIMIENTO MUERTO

10 diciembre, 2020

 

SENTIMIENTO MUERTO

33 años del lanzamiento del primer álbum #PostPunk venezolano

 

«Con la sonrisa bien marcada me recuesto de la almohada a olvidar mi dolor…»

 

Una tarde nublada caraqueña, en un cuartito de un modesto apartamento, con una cama, un escaparate y un tocadisco, en mi adolescente soledad, sonaba un mes de diciembre de 1987 un vinilo, de un Sentimiento que estaba Muerto y me decía que, el amor no existía y que, habían otros que como yo tampoco se sentían bien.

 

Un #07Dic hace 33 años se lanzó el primer álbum de #PostPunk venezolano editado por una disquera en Vzla Sentimiento Muerto (El amor ya no existe, hay que hacerlo) disco que sentó las bases de una nueva escena musical con una naturaleza sonora INÉDITA. Ejemplar de cabecera en lo personal y significativo en mi andar por los márgenes. Un manifiesto social políticamente incorrecto, reflejo de una generación hastiada de la hipocresía, la demagogia, los convencionalismos y la superficialidad.

 

Ellos crearon una forma de entendernos, de ser parte de ese desconcierto que es la existencia desde el péndulo de las emociones. Una cercanía confesional, una complicidad. No hay forma de hablar de ellos sin recurrir a los dolores del espíritu. En esos tiempos no había redes sociales ni celulares y menos mensajes de textos o correos electrónicos. La única forma de comunicarnos los unos con los otros en el mejor sentido íntimo era a través de canciones, pero tampoco era sencillo conseguirlas. Es por ello que dar con ellas, con esas que hablan como hablan tus pensamientos tenía el más bestial significado. Siempre he dicho que hay discos que para entenderlos hay que vivirlos en todo su contexto. Este es de esos.

 

«Atrapado en el fondo de una depresión.
Con mi corazón bombeando tanto dolor
La esperanza regada por el piso
Exhibiendo ahora otro color.»

 

 

Un disco genuino en todo sentido, raro, introspectivo, y como no, muy conmovedor. Documento sonoro que sobrevive en el inconsciente colectivo y que trastocó mi vida, haciéndome comprender que la música no sólo es sonido, también es encontrar tu propio lenguaje, tu propia jerga, una que se parezca a uno. Tener algo que decir, pero la vaina es hacerlo con tus propios códigos, utilizando tu propia semántica; desde la palabra, hasta la manera de ejecutar un instrumento… Una razón de vida entonces, tocar y experimentar al margen de los métodos. Si bien, muchos teníamos sus cassettes y ya conocíamos su trabajo, escuchar esas canciones en un acetato a finales de los ochenta fue premonitorio y definitivamente extraño. Algo implosionaba en el «rock» venezolano encartonado y moldeado por lo foráneo, algo quedaba atrás. La forma y la gramática musical tomaba otro rumbo y allí no había reglas. Nacía una nueva norma: «No hay normas».

 

«Mi madre quiere que me porte bien.
Que me peine y que me vista decente.
Que esté limpio como toda la gente.
Ella no piensa lo que tengo en mi mente.
Políticos hablan de juventud
Ellos quieren que trabajemos
Con el ejemplo que nos han dado
Ya yo entiendo porque estamos parados.»

 

«Esos chamos no tocan nada», exclamaban en una de esas noches en la barra del Julius unos rockeros atragantados de caña y vanidad, tocando versiones de Zeppelin, Stones, Beatles y bluseando en una nube de humo. ¿Dónde estarán ahora estas luminarias de bares y dónde Sentimiento Muerto? Sin apelar a los recursos del purismo rockanrolero ni la echadera de dedos, los SM con su honestidad artística lograron conectar con toda clase de público de una forma tal, que años después llenaron el poliedro de Caracas tocando al fin solos, algo impensable para esos tiempos que una banda venezolana de rock tuviera ese alcance. En cada fiesta clandestina, en cada terrorífica reunión de amigos en ese apartamento, ese disco tenía su momento. Muchos me tomarán por exagerado, pero tengo testigos por acá de eso.

 

 

Una generación obviada, se hacía de su propia voz, de su propio sentir y pensar. Sonaban como una banda venezolana, se parecían a nosotros y cantaban sobre lo que sentíamos, sobre lo que callábamos, sobre lo que nos mataba y nos hacía vivir. Así se involucraron con su ciudad, con su país, con su gente.

 

Un primer disco, una primera mirada que dice todo en lo ecos el alma. Quizás mi vida empezó ahí, en esas canciones que parecían describirme con pasmosa literalidad. Creo que sí, y aunque no fuera así, quisiera seguir creyéndolo.

 

Gracias Cayayo Troconis (1968-1999), Jose Echezuria, Pablo Dagnino, Alberto Cabello y también Edgar Jiménez P.

 

Una producción Sonorodven; dirigida por Fito Páez; Producción ejecutiva: Carlos Sánchez; Arreglos y dirección musical y artística: Sentimiento Muerto.
Grabado y mezclado en Syncrosonido durante septiembre y octubre de 1987
Técnico de grabación: Fabian “Tweety” González – Asistido por Alejandro Avalis, excepto “Descargar” por Luis Yanez. Técnico de mezcla: Fabián “Tweety” González, excepto los temas: Descargar, Manos frías y Una extraña sensación de soledad por Luis Yanez, Remasterizado: Allan Douches y Alberto Cabello.
Diseño y Arte de carátula: Alfredo Lois. Diseño y arte de la parte interna: Cayayo. Ilustraciones y tipografía: Cayayo. Fotografía de la carátula: Marcos Banchero y Alfredo Lois. Fotografía de la parte interna: Memo Vogeler.

 

#SentimientoMuerto #ElAmorYaNoExisteHayQueHacerlo #Vinilo

 

Contactos y Redes Sociales de SM:
Web | Facebook | Twitter | Instagram | YouTube 

 

Contactos y Redes Sociales de El Otro Rock:
Facebook | Twitter | Instagram

 

 

Autor: « Moisés Flores | El Otro Rock »
Prensa Cerebros Exprimidos